
«De siempre se ha trabajado 16, 18 y hasta 20 horas al día y nadie se ha quejado, y ahora quieren que les paguemos», comenta Cayetano Gimeno, casetero que ve cómo puede peligrar su negocio con la nueva reforma laboral, aunque ya vulneraba la antigua.
Y es que la Feria de Abril, o como ellos mismo dicen, el «Silicon Valley del cashondeo» siempre se ha caracterizado por tener jornadas laborales largas, agotadoras y con borrachos alrededor. La agrupación de Caseteros Andaluces de la Feria y Rebujito Español (CAFRE) ya ha emitido una queja al Ministerio de Trabajo, en la que plasman su incapacidad para ofrecer sus servicios si los camareros reciben un salario. Por eso solicitan a las más altas instancias que «se hagan cargo» y permitan contratar refugiados, o en su defecto esclavos. «Ellos vienen de sufrir bombardeos, y aquí lo van a pasar bomba. Todavía tendrían que pagarnos a nosotros».