
«¿Pero está bien?», «¿La han pillado robando cremas o qué?» son algunas de las preguntas que en este mismo momento se hace la ciudadanía al comprobar con desasosiego que Isabel Díaz Ayuso no encabezó titular alguno durante la jornada de ayer.
Esta inquietud -de 4’8 grados en la escala Richter- se ha dejado sentir más allá la capital madrileña, en lo que se denomina cariñosamente «provincias». Es el caso de Lara Wílboras, quien pese a vivir en la diminuta aldea de Coañana de Abajo (Asturias), bien podrían importarle poco los asuntos de la presidenta madrileña. Sin embargo «aquí tenemos miedo de que baje el oso del monte y nos coma, pero lo que de verdad nos preocupa son las declaraciones de Ayuso«.
En Sabiñánigo (Huesca), los vecinos han convocado de urgencia una asamblea en la que solicitan por burofax, que «Díaz Ayuso diga algún disparate, el que sea«, tal es su dependencia tras un día sin saber de ella. Es lo que, como ellos dicen, de verdad da sentido a su existencia.
Los cuarenta y un millones de habitantes no residentes en la Comunidad de Madrid esperan que esta situación de incertidumbre se solucione a la mayor brevedad.