El país americano llevaba décadas ostentando el título de subcampeona de la contienda

La breve pero intensa guerra entre las potencias militares de Reino Unido y Argentina se saldó en 1982 con una victoria para la pérfida Albión y una humillante derrota para Argentina.
A todo el mundo sorprendió que una nación más rica y poderosa pudiese vencer a la nación albiceleste, por lo que esta quedó relegada al oprobio.

Hoy, cuarenta años después, la Agencia Mundial Antidopaje ha emitido un prolijo informe por el cual el bochornoso comportamiento de Boris Johnson podría anular las victorias bélicas del Imperio Británico de los últimos cincuenta años. De este modo, los perdedores de dichas contiendas pasarían a ser vencedores, aunque los territorios arrebatados o el expolio cultural seguirían en manos inglesas.
El presidente de la República Argentina, Alberto Fernández, ha declarado con gran satisfacción: «Durante cuarenta años hemos ostentado con orgullo el título de subcampeones en las Malvinas. Al margen de que en esa guerra nos metió un dictador, la Historia nos da la razón».
Con esta noticia, al gobierno argentino se le brinda una magnífica cortina de humo para no hablar de la inflación que asola el país.