La figura del rey emérito sigue siendo objeto de polémica al haberse conocido que estuvo considerando una golosísima oferta en especie por sus hijas durante la visita de ambas infantas a Abu Dhabi, lugar de residencia del ex monarca. A pesar de que el CNI procuró encubrir la tradicional tentativa de adquisición de mujeres, ha trascendido que la propia Infanta Elena consideró la oferta “insultantemente baja para su real persona” y que su enfado alcanzó dimensiones monumentales cuando supo lo que se ofrecía por su hermana menor.

La negociación y el subsiguiente regateo lo llevó a cabo personalmente el propio rey aprovechando sus extraordinarias dotes para facilitar las actividades comerciales entre pueblos hermanos. Aunque las cantidades exactas no han trascendido, se especula que se ofrecieron 2.000 camellos por la Infanta Elena y 2.500 por Cristina tras la pertinente comprobación de sus dentaduras, corvas y órganos sexuales.
La transacción no se llevó finalmente a cabo ante la sospecha de que se estaba produciendo un delito de alteración artificial en el precio de bienes muebles (el precio habitual de una mujer sana ronda los cien camellos) castigado con la lapidación de la mercancía según el código comercial coránico.
Desde la Casa Real han querido quitar hierro al asunto e insisten en que a pesar de tratarse de hermanas biológicas del actual monarca “no pertenecen a su familia” y que son libres de actuar “como cualquier otro ciudadano español”.
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