La necesaria integración social de los discapacitados no podía obviar el mundo de la tauromaquia. El arte de Cúchares podrá presumir de tener entre su elite al primer matador con menos de un 3% de visión: Julián Cifuentes “Romerito” tomará la alternativa esta temporada en Ciudad de México de la mano de Juan José Padilla- ironías del destino- en una corrida con picadores.

La peripecia vital de Julián le ha llevado a ser un luchador: intentó convertirse en un profesional del golf, el tiro al plato y el patinaje artístico. Su carrera – plagada de lesiones y sinsabores- ha imprimido en él un carácter luchador y ajeno al desaliento: “cuando le volé la cabeza a un espectador durante un torneo de tiro al pichón caí en una profunda depresión pero salí más fuerte”. Su madre, Fulgencia, nunca le consideró un disminuido: “a los doce años le apunté a boxeo, desde entonces supe que era un ganador”.
Sus inicios taurinos tampoco fueron alentadores. El público solía ayudarle gritándole por donde embestía el morlaco aunque “me daban instrucciones tan contradictorias como bien intencionadas” recuerda con nostalgia. Gracias a la colaboración de la ONCE y al CSIC su futuro en el toreo se iluminó, merced a un emisor sonoro similar al de los semáforos implantado en el toro. El diestro intentará desde su fundación ayudar a los niños invidentes aficionados al toro. Que Dios reparta suerte.