
España Abascal es un hombre trabajador que cada mañana se levanta a las diez o diez y cuarto para abrir su negocio -un modesto colmado- y sacar delante a su familia. Como él, miles de empresarios autónomos y conservadores trabajan duramente para llamar a otros vagos, funcionarios o emigrantes (a veces todo a la vez), mientras de fondo suena «La Mañana de Fedeguico«.
Pero ayer España no acudió a abrir su negocio a eso de las once u once y cuarto. ¿Qué había pasado? ¿España había sido destruido?, ¿tal vez raptado por la ETA? ¿o quizá por separatistas feminazis?
Nada de eso. Simplemente nuestro simpático protagonista se había dormido por mor de su despertador, que no había sonado.
«Me desperté desubicado. Luego me aseé un poco (no mucho, lo justo) y acudí a abrir la tienda antes de que entrara en ella un okupa y me quedara sin sustento«, afirma España aún inquieto.
El empresario llegó a la frutería para abrir, eso sí en horario vespertino y más fresco que una lechuga. Afortunadamente todo ha quedado en un susto y los trabajadores de los alrededores que sí madrugan pudieron reír el simpático sucedido para posteriormente iniciar una manifestación bajo el lema «La España que madruga, sí, sí, sí».
