
El paso de Argentina por el mundial no ha dejado indiferente a nadie, sobre todo al gremio de los matones, quienes no han dudado en alabar el buen gusto con el que se han burlado y amenazado a oponentes, árbitros y afición en general.
Es el caso claro de Leandro Paredes, quién tras romper varios peronés, aún tuvo tiempo para empujar a trabajadores del estadio y robar un bocadillo. Cabe destacar la intervención de Messi, acostumbrado a ocultar su retórica con una mirada vivaz y astuta, y que rompió su habitual silencio con la magistral frase «qué mirás, bobo».
Es por ello que muchos de los futbolistas de la selección argentina volverán al colegio que abandonaron prematuramente para ocupar su puesto de «niño pegón» con el que se iniciaron en el proceso educativo. El resto podría incluso seguir jugando al fútbol o quedarse en Qatar como capataz de obra.
Mientras, en Buenos Aires, una numerosa manifestación ha recorrido las calles defendiendo a sus deportistas al grito de «No somos pandilleros» y «Maradona no era gordo, era de huesos anchos».