
Pedro Pozueco acaba de abrir un negocio en su barrio, concretamente una ferretería en la joven y dinámica ciudad de Gijón. Este hecho no tendría mayor trascendencia de no ser por los hechos que lo generaron.
Todo comenzó en 2019, cuando Pozueco acudió al LIDL, su supermercado de referencia, a hacer unas compras. Tras varios minutos de acopio esencial, detúvose en la sección de bricolaje, en la que encontró un juego de alicates, artículo que compró por mera inercia. Una creciente afición a la marquetería hizo que las compras siguientes siempre se incluyera un destornilador de estrella, una pistola de calor junto o un inglete. Hasta tal punto llegó tal hábito que hubo un momento en el que compraba más herramientas que comida.
«Yo por aquél entonces sólo me alimentaba de yogures y serrín«, se justifica el hoy feliz propietario del negocio. Hasta que un día, acuciado por la falta de espacio en su domicilio, decidió ser un emprendedor y abrir una ferretería.
Dicen que en chino, la palabra crisis también significa oportunidad. En el caso de Pedro, tornillo rosca-chapa también significa LIDL.
«Tengo de todo, o eso creo«, indica el orgulloso comerciante delante de un montón de objetos y paquetes sin desembalar en su local. Actualmente Leroy Mandrake, su negocio, es el establecimiento de ferretería con más referencias de la cornisa cantábrica.