
¿Quién no ha escuchado alguna vez aquello de «Para mí que echan piojos en los colegios«? Si usted es una de esas personas, está en lo cierto, sobre todo ahora con la vuelta al cole.
Y es que Enrique Filvit es uno de esos funcionarios del Estado cuyo cometido es mantener constante el flujo de liendres en las cabezas de los escolares españoles. A lo largo del país hay unas cuatrocientas personas que son enviadas a centros educativos del territorio Schengen con esta bellísima aunque desconocida ocupación.
«Mi misión es unir a padres e hijos en la adversidad, concretamente en la competencia social. Es un trabajo desconocido y muy bonito que no se valora lo suficiente», comenta Filvit mientras arroja el contenido de unos frascos en el patio de un colegio de Santander. «Mañana tengo que echar en Salamanca, y pasado en Burdeos», se lamenta este funcionario que debido a lo ajetreado de su ocupación apenas puede ver a su familia. Llevan años reivindicando un aumento de plantilla que permita conciliar trabajo y familia: «Yo también tengo que quitar piojos a mis críos. En casa de herrero…», añade Enrique.
Con esta entrañable y fundamental labor, la vuelta al cole se hace más llevadera en este curso 23/24 que ahora comienza. Y recuerden que cada vez que revisen las cabezas de sus hijos, hijas e hijis buscando piojos, están ayudando a que el Estado fomente el empleo y la sostenibilidad de este sector estratégico.