El segoviano Agustín Sugrañes-Smith (en la foto, a la derecha), que desde hace cuarenta y tres años acude a Cuelgamuros a diario, vio su gozo en un pozo al encontrar el acceso al Valle de los Caídos clausurado. Desde hace unos días el mausoleo dedicado al dictador se ha cerrado al público, previendo una inminente exhumación a otro cementerio.
«No sabía nada. Tan sólo deseo aportar un poco de cultura a este páramo dedicado a la idiocia. Soy un ciudadano instruido y por ende exijo mi derecho a la libertad de lo culto». Este, ahora abatido, programador informático jubilado de Silicon Valley acudía a diario al lugar, cargado de libros y legajos que leía a viva voz a quien quisiera escucharlo a los pies de la obra de Juan de Ávalos. En el momento de la crónica llevaba bajo el brazo los tomos 26 y 27 de la Enciclopedia de Diderot. Asuntos Sociales ya se está ocupando del caso.