
Si ignoramos la pandemia y los intereses partidistas ajenos a la realidad actual, las elecciones catalanas del 14 de febrero han discurrido con absoluta normalidad y siguiendo los cauces democráticos. Atrás quedan los hechos del 2 de octubre de 2018, con los antidisturbios pegando porrazos delante de murales sobre la paz e independentistas exagerando el acento barcelonés.
Como suele decirse en estos casos, la noticia es que no hay noticias, a excepción de esas simpáticas anécdotas que siempre aparecen frente a las urnas. Así, un puñado de monjas acompañadas de octogenarias, depositaban su papeleta del PP como viene siendo costumbre entre el clero y feligreses abducidas.
La nota de color la dio un presidente de mesa electoral, quien quiso compaginar sus dos pasiones en el mismo día:carnaval y sufragio universal: «Chiempre quiche venir a vochar diffrachado, y si enchima choy prechidenche de mecha elechoral, miel chobre hojuelas«.
Se espera que el resultado de los colegios electorales esté completo en primavera del año que viene.