La agrupación pseudohumorística Les Luthiers lleva cincuenta años intentando hacer reír al público con más insistencia que fortuna. Su tesón por arrancar una sonrisa del respetable cosechó finalmente su fruto en 2017 al recibir el Príncipe de Asturias de las Letras, más por pena que otra cosa. Porque no nos engañemos: Les Luthiers no son graciosos. Sólo se ríen los espectadores españoles por la secular cortesía que nuestro país ofrece a los sudacas. Hablan rápido, pronuncian mal y siempre acaban las frases con un chillido. Además hacen juegos de palabras para gente reflexiva y por tanto atea. Fuera de su país sólo entienden sus chistes en Uruguay. Les deseamos lo mejor en el ámbito familiar, porque en el artístico estamos siendo testigos de una exitosa decadencia que dura ya medio siglo.