Holanda siempre ha sido conocido por ser un país de zuecos, tulipanes y colaboracionistas nazis. Sin embargo, no eran pocos los que ignoraban que ésta es una región de los Países Bajos y no el nombre de la nación.
Los habitantes de ese país, sea cual sea su nombre, son gente apacible y tolerante, que no ponen cortinas a sus ventanas porque a nadie le importa lo que hacen en su casa, ni siquiera a los rayos del sol. Pero tienen su talón de Aquiles: a un neerlandes pocas cosas le ofenden más que ser llamado holandés, aparte de hijodeputa.
Tras el virulento ataque del COVID-19 en España e Italia, gobiernos como el alemán y especialmente el «holandés», se han negado a colaborar en la reconstrucción económica de las potencias mediterráneas. También han hecho alarde (en Holanda) de un confinamiento voluntario e inteligente, dada la superioridad racial y moral de sus habitantes, fruto de una depuración germana décadas atrás.
Por eso, de manera espontánea los españoles, embrutecidos por un confinamiento no inteligente, han inundado las redes sociales con la melindrosa y tiquis-miquis imprecisión, cosa que no ha gustado a los seguidores de la naranja mecánica «No denominar a nuestra preciosa patria verde, llena de ciénagas y fuente de miasmas, como Netherland es una afrenta gravísima, aunque estimo que a la tercera jarra de cerveza nos dará igual,» afirma Rudolf Van Hool, consul honorario en España. De Holanda, por supuesto.