Sus Majestades los Reyes de España, acompañados de sus hijas Leonor y la otra, han querido felicitar la Navidad desde un lugar tan emblemático para los asturianos como los lagos de Covadonga. De este modo cumplen un año más con una tradición que se remonta a 2018, cuando la revolución de los chalecos amarillos de Francia hizo temer el efecto contagio y por ende la estabilidad monárquica en España.
«Mi familia y yo deseamos a los españoles y españolas un próspero adviento y una epifanía jubilosa», ha dicho don Felipe en un claro guiño a los millenials. Acto seguido, la familia real y su séquito de 436 chambelanes degustaron unos cachopos cordón bleu (la reina prefirió una exquisita hoja de lechuga iceberg) en la villa de Cangas de Onís. Miles de conductores y raperos detuvieron sus vehículos durante tres horas para franquear el paso a la comitiva real, en olor de multitudes y vivas al rey.
Con éste serían ya dos los días que su Majestad tiene cotizados a Hacienda durante este año fiscal, incluyendo el esperado discurso de Nochebuena.