
La tendencia a valorar tipos de literatura no convencionales parece haber llegado para quedarse tras el reciente Premio Nobel otorgado a Bob Dylan: muchos críticos aducen que las etiquetas de prendas de ropa muestran ya textos susceptibles de ser considerados literarios. De hecho, según el catedrático de Literatura Española, Jonathan Seisdedos, ciertas etiquetas han experimentado una evolución que podríamos denominar literaria y, por ende, artística. “Es cierto que todo empezó con un simple haiku, pero últimamente podemos encontrar verdaderas obras maestras de la literatura breve”.

Por ello no es extraño que el primer premio al Relato Breve del Ayuntamiento de Burgo de Osma haya sido concedido a un pack de cuatro bragas de encaje de la conocida multinacional irlandesa Primark. Según el jurado, el texto de la etiqueta-apenas cuatro párrafos- “mantiene una tensión y coherencia encomiable, amén de una serie de exquisitas referencias intertextuales que le hacen sin duda merecedor del primer premio”.
La decisión no ha estado exenta de polémica ya que el agraciado con el segundo premio, Manolo Dicksucker (imagen) asevera que su relato autobiográfico “No sin mi ano” ha sido penalizado injustamente por ser “demasiado convencional” a pesar de estar encuadernado al revés. Desde Primark reconocen la autoría del texto y se congratulan de poder contribuir al parnaso literario irlandés con un nuevo hito. La polémica está pues, servida.