
“Se trata de uno de los centros educativos del arco de la bahía de Santander” ha confesado, tras la insistencia de los medios, Fructuoso Pardo (PP) actual encargado de Gestión de Siniestros y Memoria Prehistórica de la Consejería de Educación. Según el político existe la posibilidad real de que una de las alas del edificio deba ser demolida para “poder exhumar con dignidad a nuestros antepasados, íberos y cavernícolas”.
Todo empezó cuando Ángel F.P., docente del centro, decidió unilateralmente organizar un huerto escolar en las zonas verdes aledañas. “Al principio encontramos lo habitual de la zona, preservativos, navajas, jeringuillas…pero luego vi un casco con cuernos, una fíbula y un Nokia 3310; todo íbero, claro, y me emocioné”

La actitud de la dirección del centro en un principio fue la de negar la evidencia para evitar la demolición, depositando los vestigios en los contenedores de reciclaje o llevándoselos a sus domicilios como decoración. Gracias a la denuncia de un miembro del claustro (actualmente en paradero desconocido) se han podido recuperar los objetos sustraídos.